
Es un frenesí como las sabanas adolescentes rozaban la figura secreta.
El murmullo de los muchachos encendidos en las primeras reacciones del cuerpo.
El dominio lengual de las provocaciones inocentes, la mejilla sonrojada y la piel ardiente.
En esa habitación oscura choque contra mi propio ser. Apretada contra la almohada deslicé sobre el andén de mis deseos.
La mirada silenciosa que ocultaba el desenfreno. La curiosidad avergonzada por mi intrepidez.
Me entregue al riesgo de las bocas sin piedad, de los cuerpos que se apropian sin dejarte respirar.
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