
Un infinito tras un ojo…
Un límite filoso que aguarda en la memoria.
Mordí a la ingrata visita…
Silencie la voz del cuerpo veneno.
Apunte al cielo y dispare al mundo.
Sin preguntas olvide tu nombre…
Que llevabas puesto aquella noche,
Quien se lanzaba sobre tu piel…
Como animal que alimenta a la fiera…
Con su propia carne enferme de celos…
Cristalina a las calles desbordadas…
Que ensuciaron el asfalto con tanto desenfreno.
Hambrienta de razones ajenas,
Deseos encarcelados en almas prisioneras.
Un llamado con intenciones pasajeras…
Deslices pronunciados…
Horas sin esperas…
¿Donde estuvimos?
Perdidos en los desiertos del inconsciente.
Ansiando una libertad inexistente.
Robándole suspiros a la intensidad…
Lola.
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